Mi nombre es Manuel Pinteño Sánchez, nací en Elda (Alicante), tengo
cuarenta y ocho años, seis hijos y siete nietas, una madre, tres
hermanas... en definitiva una familia, que está, pero que no ejerce
como tal, llevo prisionero veintiocho años y medio cuando ninguna de
mis condenas supera los seis años de pena, por ese motivo quiero que
se sepa la verdad de porque estoy condenado a cadena perpetua, el
porque la ley y los mandatarios de este país han desvirtuado mi
expediente para justificar mi cadena perpetua.
Aparte de los motines y las fugas durante todos estos años y de mi
lucha contra el sistema penitenciario, hay otros motivos, que hasta
ahora por falta de medios no he podido denunciar. En el año 1988-89,
no recuerdo la fecha con exactitud, me trasladaron de la cárcel del
Puerto de Santa Maria a la de Alicante para celebrar un juicio, me
tenían recluido en primer grado, FIES 1 (durante veintidós años me han
mantenido en aislamiento para que no hablase), pero me llevaron sin
avisar al módulo cuatro, en el que se encontraba el prisionero
político Domingo Traibiño, el cual estaba cumpliendo por el atentado
que hubo en el Hipercor de Barcelona. A los pocos días de estar allí
me llevaron a la zona donde los abogados ven a sus clientes, vienen a
verme cuatro individuos bien trajeados, y me proponen que haga un
motín de donde salga muerto Traibiño, pero sin que ningúnfuncionario
resulte herido. A cambio de ello yo recibiré mejoras penitenciarias y
pronto la libertad.
Me quede muy sorprendido, ya que no sabía si hablaban en serio o me
estaban intentado meter en un lío más. Mi temperamento fuerte no pudo
resistir más y les dije que se identificaran o que se largasen, pero
no con muy buenas palabras. También me amenazaron diciéndome que de
aquella visita ni una palabra a nadie, ya que si me iba de la boca, mi
familia podría sufrir algún contratiempo. Entonces si que empecé a
sentir un frío terrible y un desconcierto que me dejó paralizado, y
durante un tiempo no podía tranquilizarme. Después del juicio me
volvieron a trasladar al Puerto de Santa María, y me llevaron al
módulo dos donde se encontraba el prisionero político Henri Paró,
alias el Unay.
Después de siete u ocho meses de estar allí, soy conducido otra vez al
locutorio de los abogados, y aparecen de nuevo dos individuos que me
visitaron en Alicante y otros dos a los que no había visto nunca y me
proponen lo mismo que en Alicante pero esta vez con la vida de Henri
Paró el Unay. Les dije que yo no era ni un traidor ni un asesino, me
alteré y les insulté, y uno me ellos, el mismo que la otra vez llevaba
la voz cantante me dijo: has perdido una gran oportunidad de salir
pronto de la cárcel, te voy a causar un desarraigo brutal con tu
familia y te vas a pudrir aquí adentro,y ya veis que lo ha cumplido.
Al tiempo, cuando se supo lo del GAL averigüé quienes eran esos tipos.
Ellos se encargaban de matar por fuera, y buscaban gente en las
cárceles dispuestas a asesinar a quienes les molestaban. También se lo
propusieron a otros presos como a Francisco Javier Navas y Luis alias
"el Conde", y a otros que no doy sus nombres por que no me han
autorizado.
Ahora me dicen que después de veintiocho años y medio dentro, termino
mi condena en el 2026. Cuando llegué a este centro de Zuera hace dos
años, en el expediente ponía que mi condena extinguía en el 2016, pero
entre la dirección del centro y la jueza de vigilancia penitenciaria
llamada María José Thomas, no se que han hecho que me han aumentado
por la cara diez años por dos autos, el primero del juzgado de
Zaragoza y el segundo de Alicante donde dice que a petición del centro
solicitan una refundición de condena y hacen un trapicheo subiéndome
la condena diez años más.
A lo largo de todos estos años, los carceleros han intentado
asesinarme tres veces, primero en el penal de Ocaña donde ya me habían
puesto la soga al cuello y me salvé gracias a que vino un jefe de
servicios y les dijo que me soltasen. La segunda en Valladolid, donde
me dieron comida envenenada. Por suerte me di cuenta a tiempo y pude
vomitar lo que había comido y la tercera en Jaén, donde casi lo
logran. Me pusieron algún veneno en la comida otra vez y me reventó el
estómago, estuve cinco días en el hospital bastante grave,
afortunadamente me salvé, pero los causantes de todo ello como es
normal en estos sitios no sufrieron ningún castigo.
Es cierto que hace años por circunstancias de la vida cometí varios
robos, pero nunca asesine ni viole a nadie, y lo que hice fue por
necesidad, pero estos no son para nada los verdaderos motivos por los
que yo estoy condenado a cadena perpetua, sino lo que os acabo de
relatar.
La prepotencia y el fascismo ejercen en estos centros, desde el
director hasta el que trae los recados incluidos médicos y demás
personal. Aquí dejan morir a la gente sin prestarle ningún auxilio. En
esta cárcel en concreto ya van 23 muertos desde su inauguración que es
hace bien poco, bien por suicido, sobredosis o negligencias médicas.
El último hace unos días, de madrugada su compañero de celda estuvo
llamando a los carceleros diciéndoles que necesitaba un médico, pero
su única contestación fue que si no se callaban los llevaban a
aislamiento. Por la mañana el preso enfermo apareció muerto en la
celda. Yo a eso lo llamo asesinato, pero por desgracia esos asesinos
siempre quedan en la más completa impunidad, ya que siempre dicen que
ha fallecido de sobredosis o lo que estimen a criterio propio. La
verdad siempre queda oculta y habría mucho que contar, pero la
credibilidad la tienen ellos y nuestra palabra no vale nada a la hora
de denunciar.
Quiero darle la máxima difusión a este comunicado y pido la ayuda
posible para salir de este agujero porque ya no puedo resistir más.
Salud y gracias por todo.
* Manuel Pinteño Sánchez (Cárcel de Zuera).
(Fuente: Rebelión)